domingo, 27 de marzo de 2011

Aborto

Continúo con tema bioético.

Definición:

Expulsión del embrión o del feto, natural o provocada, durante la etapa no viable de su vida intrauterina; se entiende como tal, aquella en que no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir.
Que tema tan complicado el del aborto, y sin embargo, que importante es. Nuestra falta de educación sexual ha traído problemas diversos: desde atentar contra la propia vida hasta la falta de higiene y prevención de diversas ETS e ITS.

La sociedad nos demanda castidad y pudor, sin embargo nos deja desprovistos de, en este caso, educación sexual, pero más que una educación que quede en un aula, aquella educación que nos sensibilice ante problemas como enfermedades irreversibles, en si de todo tipo, y de embarazos en “momentos no adecuados”. Evidentemente el problema del aborto tiene su raíz en la falta de cultura, en la irresponsabilidad y en la intolerancia de la sociedad hacia cada uno de sus individuos.

¿Por qué tenemos que ir en contra de nuestra propia naturaleza?
Es decir, aquella naturaleza que nos ha otorgado un cuerpo, un cuerpo con diferentes funciones y capacidades; entre estas capacidades la de dar vida, de reproducirnos y dejar una generación que a su vez engendrará otra generación. Si más que diseñados estamos para dar vida, por qué negarnos a esa posibilidad; es como querer negarse a la pasión, a los deseos carnales, que sin duda se puede uno abstener pero esto no será más que una represión de pulsiones y emociones que tarde o temprano buscaran modo alguno para satisfacerse.

¿Encontramos alguna fascinación en intervenir en nuestro cuerpo? Si es así, ¿cuál es la razón? Porque digo, hay muchas personas que les agrada modificar su cuerpo haciéndose desde operaciones para algo puramente estético hasta introducirse no se que cosas debajo de la piel… qué se puede hacer con este tipo de pensamientos, me refiero, a los que piensan de manera diferente y no ven como atentar contra una vida el abortar. ¿Es preciso que exista una uniformidad?

Argumentos a favor. La practica del aborto si, cuando…
  •         La vida de la madre está en peligro
  •         Existió una violación
  •         El feto presenta malformaciones
  •         La concepción de un hijo no se desea
  •         


Argumentos en contra. No a la practica del aborto, porque…
  •          Se atenta contra la vida de un humano, pero un humano inocente
  •          No podemos deducir que la futura persona tendrá una mala calidad de vida
  •          



Estos son sólo algunos argumentos, existe una enorme diversidad de opiniones…

A mi me parece terrible la idea de abortar, sin embargo, yo estoy a favor y no sólo en violación o cuando la vida de la madre esta en peligro, sino también cuando el tener un hijo no se desea; porque yo tengo la creencia de que quien tiene a un hijo que no desea lo vera siempre como un “castigo” por una irresponsabilidad, y verdaderamente no se trata de eso. Tampoco se trata de que cada vez que falle el método anticonceptivo se practicará un aborto, tampoco demos paso a este libertinaje, no lo hagamos hábito.

También creo que si esto del aborto fuera más accesible, o sea, menos condenado por la sociedad y nada condenado por las leyes, habría más libertad de expresión y por tanto de decisión, ya que todo esto se alimenta de la información. Si todas nosotras y nuestras parejas nos informáramos sobre métodos anticonceptivos y lo que es un embrión y un feto, existiría más conciencia y probablemente menos abortos y bebes tirados a la basura.

Yo defiendo la vida, pero no condeno el hecho de, en algún momento, practicar un aborto; porque para que realmente sea llamada vida muchas veces no nos basta sólo con respirar y necesitamos de otros estímulos para hacer nuestra existencia algo verdaderamente bueno; y lo que queremos son individuos felices, no mamás neuróticas e hijos amargados y traumados… ¿Por qué no pensar en alternativas?   


viernes, 18 de marzo de 2011

...

Después de varias visitas diarias a Bill y su esposa, la amiga no tenía ninguna duda de que Bill se quitara la vida con o sin aprobación de nadie. Él nunca vaciló en su idea de que era la única opción realista. Poco a poco su esposa fue aceptando su decisión, aunque se sentía abrumada por el dolor, tanto por el hecho de que muriese como por la clase de vida que llevaba actualmente. Cuando empezaron a hablar de los procedimientos, Bill sacó una escopeta y explicó como pensaba usarla. También contemplaron la posibilidad de utilizar una sobredosis de medicamentos, tal como recomienda la Hemlock Society. Se dieron cuenta de que Bill estaba tomando unos medicamentos que podían ser letales a ciertas dosis, a condición de que pudiese tragarlos y siempre que alguien le ayudase con una bolsa de plástico si la sobredosis no era suficiente (se trata de una medida de refuerzo de suicidio de la Hemlock Society). La compresión y la compasión que la amiga sentía por Bill superaban ahora su preocupación por su responsabilidad legal si se descubría su parte en el suicidio. Se comprometió a permanecer a lado de Bill y su esposa hasta el final, sin que le importasen las posibles consecuencias.
            Se acordó que Bill tomase él mismo la sobredosis al día siguiente. La amiga ayudaría con la bolsa de plástico sólo en caso necesario. Se hicieron planes detallados sobre la manera de notificar a las autoridades y qué decirles. Una ves muerto Bill, ellas quitarían la bolsa y llamarían al medico para que informase de que se había encontrado muerto a Bill por causas “naturales”. Cuando la amiga volvió a casa esa noche, no estaba segura de lo que traería el día siguiente, pero no tenía dudas de que Bill pensaba que la muerte era su mejor opción. Antes de marcharse, se despidió de ellos con abrazos y lagrimas en los ojos.
            Cuando al día siguiente volvió la amiga, Bill le dijo que después de reflexionar toda la noche, había decidido no implicarla en su muerte. Le preocupaba muchísimo los riesgos legales que las dos podrían correr si se llegaba a conocer su asistencia en el suicidio. Pese a las protestas de la amiga en el sentido de que estaba dispuesta a correr ese riesgo, él estaba decidido a no cambiar de idea. “Os quiero demasiado para poner en peligro vuestro futuro”. Después de una larga conversación donde se habló de muchas cosas, Bill se excuso para ir al cuarto de baño. A los pocos minutos se escuchó un fuerte disparo. Bill se había pegado un tiro en la cabeza. Su esposa y la amiga corrieron hacia él sabiendo lo que había hecho, pero sin saber con que se encontrarían. Hallaron a Bill terriblemente herido, medio muerto.
            Llegaron una ambulancia y la policía, condujeron a Bill al hospital a toda velocidad, entre los toques de sirena. La esposa de Bill estaba totalmente petrificada, incapaz de pensar con claridad o de hablar. La amiga se sentía abrumada, llena de impotencia y de rabia. Se quedaron en la casa, sin saber qué hacer cuando la ambulancia partió a toda velocidad llevándose a Bill. Después de examinarle y una ves reanimada en la sección de urgencias, era evidente que estaba mortalmente herido. Un medico llamó a la casa para avisarle a la familia que era posible que no pudieran salvarle. Cuando se le contestó con estas palabras: “Por favor, no lo intenten, ya ha sufrido bastante”, el medio respondió: “Le daremos algo para el dolor y trataremos de que se sienta bien”.
            Bill murió tres horas mas tarde.
            Su esposa probablemente nunca se repondrá del trauma ni se perdonará así misma.
            La amiga nunca olvidará y teme más que nunca el posible y continuo sufrimiento que a veces acompaña el final de la vida.
Morir con dignidad: dilemas éticos en el final de la vida, ediciones doce calles, Madrid 1996

viernes, 4 de marzo de 2011

Eutanasia...

Es importante hacer la distinción entre eutanasia y suicidio asistido. Como ya dije, la eutanasia es la acción u omisión de atención medica, mientras que el suicidio asistido es la proporción de información y de medios necesarios o adecuados para que el paciente termine con su propia vida… a continuación pongo un caso que da para hablar de eutanasia, suicidio asistido y cuidados paliativos.  

Un caso sobre “suicidio asistido”
Bill…
Era un hombre con buena salud, lleno de energía, de setenta y tantos años que todavía trabajaba de tiempo parcial cuando no estaba ocupado con el tenis o el golf. Vivía la vida plenamente y era una alegría estar con el por su formalidad, sensibilidad y agudeza. Su primer tropiezo con una dolencia grave ocurrió cuando repentinamente perdió la visión en el centro de los dos ojos a causa de una enfermedad denominada degeneración macular. Se quedo legalmente ciego, y por tanto, incapacitado para leer, conducir o practicar deportes que requieren una buena coordinación de las manos y la vista. Aunque quedo anonadado por esta incapacidad, empezó a adaptarse y a desarrollar nuevas habilidades para compensar su perdida.
Unos meses después se descubrió que tenía cáncer de garganta. Debido a que el cáncer se había extendido ya a los ganglios linfáticos del cuello, no había posibilidades de someterlo a un tratamiento quirúrgico. En su lugar se le ofreció un tratamiento con radiaciones, que según se le dijo tenia buenas posibilidades de contralar la enfermedad. Para poder aprovecharse de esta posibilidad, tendría que soportar dolores en la boca, dificultades para tragar y quizás problemas de oído a corto plazo. Con pocas dudas o preguntas por su parte, empezó a aplicársele el tratamiento de radiación.
El tratamiento resulto ser más duro de lo que el había imaginado. Perdió definitivamente casi todo el oído y no podía tragar alimentos sólidos. Aunque el tumor disminuyo, continúo la perdida del oído y la incapacidad para tomar alimentos sólidos. Se adapto lo mejor que pudo a estas carencias, aunque nunca recobro enteramente su energía y su alegría de vivir.
A lo largo de los dieciocho meses que siguieron, Bill fue perdiendo peso de manera progresiva. Tenía continuos dolores de cabeza y caminar pequeñas distancias lo dejaba exhausto. El cáncer comenzó a desarrollarse rápidamente, y le resulto difícil tragar, incluso, alimentos líquidos. También se había extendido a los senos y al cerebro. Expulsaba a la cantidad de líquido por la nariz que tenia que llevar taponamiento nasal. Bill consideraba que la expulsión de líquido por nariz y boca era humillante y ponía en evidencia su degradación física. Este hombre que antes era activo, alegre, con amor propio, ahora se encontraba legalmente ciego, con el oído gravemente dañado, expulsando constantemente mucosidad por la nariz y sin poder tragar sus propias secreciones. Después de dos años de pérdida y sufrimiento progresivos, lo más que se podía esperar era un empeoramiento.
     A una amiga de la familia con un conocimiento y experiencia cualificados, le pidieron consejo ante el estado de rápido deterioro de Bill. La esposa de Bill nos confió, saltándosele las lagrimas, que el ahora estaba pensando seriamente en el suicidio. Pregunto a la amiga si no le importaría hablar con Bill, ella accedió. Las primeras palabras de Bill fueron estas: “Supongo que viene también para intentar disuadirme de ello”.  Cuando ella contestó que no, Bill empezó a hablar abiertamente de su angustia y su impotencia,  y que lo único que le consolaba era la única liberación que le proporcionaría la muerte. En estos momentos el temía más el proceso de morir que la muerte misma, y ya no podía soportar la indignidad que suponía seguir viviendo. Habló extensamente de su amor por su mujer y la enorme frustración que sentía al ser una carga durante tanto tiempo.

continua...