Consumismo: definición.
Adquisición de bienes o servicios por parte de los consumidores por encima de las necesidades de subsistencia, a veces con endeudamiento y de manera irreflexiva para atender a necesidades superfluas.
Problema:
Debido a la adquisición irresponsable de bienes no-necesarios, nos estamos topando con ciudadanos cada vez más superficiales, ambiciosos, indiferentes ante las necesidades del ambiente, pero sobre todo, con sujetos dominados por grandes empresas que no ven más allá de su propio beneficio como gran inversionista. Lo más lamentable es que los llamados consumistas no ven el problema. Dicen estar a la moda trayendo el carro del año que seguramente se hará trizas al primer toque con otro auto; les interesa traer la “mejor ropa” de tienda de boutique, siendo lo más sintético del mundo, que terminará rasgándose a no más de tres puestas; compran un producto no más porque el empaque tiene una “onda bien chic”… y piensan que todo esto es algo fundamental y determinante para poner de manifiesto su personalidad y no sólo eso, sino que quieren mostrar cuán exitosos son por todas las cosas carísimas y a la moda que se pueden comprar.
Cosas caras y, muchas veces, innecesarias que terminan siendo basura que viene a perjudicar al medio ambiente. Y peor aun, la naturaleza como algo magnificente, sufre los daños y se va corrompiendo y nos va dejando sin vida, sin embargo, ella podrá sanarse y seguir subsistiendo las veces que le sea posible, y en cambio el ser humano no, tal y como lo conocemos tengámoslo por seguro que no.
El problema no es propiamente el comprar esas cosas que se ven tan geniales en su empaque o que son tan carísimas existiendo algo parecido pero de menor precio, el problema es hacerlo por modas y, por tanto, constantemente, debido a que en cada temporada va existiendo algo más actualizado y más vanguardista que lo anterior; este es el verdadero problema, ambicionar aquello que nos dará satisfacción superficial y efímera; no ser responsables tanto de nuestra propia economía como de las circunstancias de nuestro entorno. No hacer conciencia de lo que implica traer ese producto a nuestras manos, que si bien lo tenemos en nuestras manos no es indicio de que el productor haya sido sumamente responsable en su elaboración y en todo lo que concierne el haberlo llevado hasta nuestra vista.
Si bien esto suena tan simple, y parece que “no es para tanto” si tiene consecuencias bastante relevantes, sólo que nos es más fácil ignorarlo porque tal vez sentimos que sin todas esas cosas que nos compramos por mero capricho, se perderá nuestra identidad y no podemos permitirlo, cuando, por el contrario, quien se encarga de dar publicidad y colocar su producto en el mercado se esta encargando de hacer, con la adquisición de este, una agrupación de sujetos iguales, que le dan valor (que no tiene) a una cosa material que ponen incluso por encima de cualquier ejercicio de conciencia. Es bien sabido que quien tiene esa manía de ser un consumidor descontrolado e inconsciente lo hace por llenar un vacio que tiene en su interior, suene o no muy espiritual, realmente lo hace por suplir o sustituir lo que pudiera ser un lazo afectivo por cosas materiales que al fin de cuentas terminarán por deteriorarse con el paso del tiempo y del uso.
Nótese que si es un problema, y un problema grande. Y es tan así que existe una ética del consumo de Adela Cortina en la cual plantea que “existe un saber capaz de defender con argumentos que hay formas de consumir más éticas que otras, capaz de esgrimir algún criterio para discernir entre las que levantan la moral y las que desmoralizan”. En su ética del consumo Adela Cortina muestra los distintos criterios propuestos por diferentes pensadores, desde distintas épocas. Así mismo, les critica algunas fugas que en sus argumentos quedan descubiertas y menciona que sea lo que sea que se tenga que hacer para hacer un consumo ético en una sociedad justa, este criterio deberá tender a universalizarse. Así como hace evidente que el consumidor sea una persona informada sobre todo lo que concierne un producto, entre otras cosas más. “Por último, en el orden de la exposición que no en el de la importancia, es consumo ético el que proporciona a las personas una vida buena. Y aquí convendría cambiar ese estúpido chip, empeñado en identificar la felicidad con el consumo indefinido de productos del mercado, cuando los más inteligentes ya están de vuelta y optan por la calidad de vida frente a la cantidad de los productos, por una cultura de las relaciones humanas, del disfrute de la naturaleza, del sosiego y la paz, totalmente reñida con la aspiración a un consumo ilimitado. Afortunadamente, estas formas de vida con calidad pueden universalizarse. En hacer que lleguen a todos los seres humanos estriba la más radical de las revoluciones pendientes.”
Si pudieran consultar esta ética por ustedes mismos estaría mejor, no se crean tanto de lo que les digo y póngase a buscar información…=)