martes, 23 de noviembre de 2010

¿De cuántas maneras se le tiene que hablar a un hombre, para que entienda lo que se debe y lo que no se debe hacer?

Al parecer, en nuestros días, es muy difícil hacerle ver a un hombre que los parámetros de conducta, están diseñados para conducirle por un bien inevitable en la vida. En vez de esto, vemos en las normas, restricciones que no nos parecen y reglas que hay que romper. Nos rehusamos a creer que aquellas cosas que no hay que hacer sean nocivas para nuestra integridad, pensamos que los valores fueron creados de un día para otro porque aun dudamos que llevarlos a la práctica sea buena idea. Nuestra impercepción del “NO” nos lleva a una perdida de valores desgastante; no sólo para quienes nos impulsan a conducirnos por el bien, diciéndonos: no hieras, no tires, no mal gastes, no robes,  no esto, no lo otro; sino también, para los que a diario nos sometemos a escuchar las mismas, como llamarlo, “restricciones” (hasta que llegan al tope y terminan por convencer, como a mi). Si aquella oposición de contrarios que traía la armonía, de la que Heráclito, un filósofo de la antigüedad, hablaba, es aplicable en este sentido, ¿por qué nos complicamos tanto tratando de “formar” a hombres virtuosos, si necesitamos, obligadamente, a los “malos” para que exista un perfecto equilibrio? O acaso ¿el trabajo de la ética no es precisamente formar a todos los hombres? ¿Sólo a algunos cuantos? Al final de cuentas cada hombre, sabiendo que tiene la facultad de decidir por si mismo, tomará el camino que más le apetezca y le satisfaga. Lo peor del asunto, es que con la libertad de las personas que tienden a llevar una vida sin valores, las que estamos superando la mala idea de portarnos mal, somos las victimas de sus fechorías y malos tratos. Y eso, lamentablemente lo vemos a diario con nuestras autoridades; gobernantes, diputados, senadores y demás; que probablemente no sean malos ciudadanos, más bien es cuestión de que se enteren a todo lo que pueden acceder llegando al poder y son tocados por una fuerza de avaricia y poderío, de la cual es inevitable e innecesario, tratar de zafarse.
Probablemente, el ser mala persona, sea sólo una etapa de nuestra vida; y así como en algún momento se fue malo, en otro, se llegará a la virtud. O tal vez no. Pero para poder ser, en diferente tiempo bueno, es necesaria una segunda oportunidad. Pero, a veces las segundas oportunidades no son buenas.
Entonces, ¿cómo hay que hablarle a un hombre para que entienda?... Yo mejor no le hablare, la mejor forma será inducirle con el ejemplo.. o ¿ustedes que dicen?
 Evidentemente no es fácil hacer hombres de bien y miren que yo estoy dispuesta ha intentarlo...

3 comentarios:

  1. jaja, ciertamente tienes la boca ataskada de razon, se predica con ejemplo, yo por eso me voy a volver monja para ayudar a los negritos de afrika aunke soy racista, jaja, ntk, no los ayudare pero pues si la unika forma es comenzar con uno mismo y esperar ke sea como una cadenita

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  2. me agrada, me apetece y me endulza de sabiduría!
    tienes la razón...se enseña con el ejemplo, enseña el que practica esta etapa, enseña el que sabe, si no sabes, si no lo haces, no puedes enseñar ni hablar de esto, apoyo totalmente tu forma de pensar, y pues para todo, siempre habrá el lado contrario, que es el que da el equilibro y razón de existir a este.

    felicidades, me gusto =), te amo!

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  3. K VA, STA GENIAL TU ARTÍCULO, SIEMPRE MUY ÉTICA TÚ Y REGAÑANDO GENTE, JEJE. TIENES MUXA RAZÓN EN REPRENDERNOS, PRO PS ES K ES COMO DICE CESAR (TU NOVIO), TIENEN QUE EXISTIR TAMBIÉN LOS CONTRARIOS, SI NO EXISTIESESN, PS SERIAMOS ABURRIDOS Y SI NO HUBIESE MALDAD, PS NO PODRIAS SER BUENA ESCRIBIENDO, JEJE..... BYEEEEE

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