miércoles, 13 de octubre de 2010

Aquello amoral que nos produce placer


¿Cuántas veces no hemos encontrado artículos en revistas o programas de televisión acerca de homicidas peligrosos, guerras descabelladas incluso terroríficas, y que sin embargo disfrutamos? Disfrutamos los escenarios, las tácticas del matón, la tortura, las armas que usan los soldados. Somos victimas, pero de aquel morbo que nos ocasionan esas situaciones. ¿Será que el ser humano esta diseñado para disfrutar la desgracia pero no la propia, sino, la de los demás? O ¿Sólo es resignación?
Ante ese tipo de acontecimientos, ¿estamos consientes de la cantidad de gente que esta involucrada y/o en que grado esta involucrada? ¿Por qué no nos ponemos a pensar que los que mueren en esas guerras o en manos de otro individuo son personas que tienen el mismo derecho a vivir que nosotros? En realidad no lo pensamos, sólo lo vemos como una persona con mala suerte, que justo estaba en ese lugar en el momento de los hechos, y más aún, que ya era la hora de su muerte.
Y ¿Qué pasa cuando ya no nos conformamos con el daño que hacen los otros y queremos ser, ahora nosotros, protagonistas de algún hecho “amoralmente agradable”? ¿Quién es el ser humano para decidir cuando terminar con la vida de cualquier otra persona?
Esta bien, me veo obligada a dar algunos ejemplos de hechos entretenidos y hasta sorprendentes, que recalcan el error y el gran defecto: ser humano.
“El vampiro de Brooklyn” (Albert Fish)
Originario de Washington D.C., donde nació en 1870, paso parte de su infancia en un orfanato. En la década de 1890 se traslado a Nueva York e inicio su carrera criminal. Secuestraba niños, los torturaba y los violaba antes de matarlos. En 1898 se casó y fue padre de seis hijos; ocasionalmente les pedía que participaran en sus fantasías sadomasoquistas: les solicitaba que lo golpearan con una raqueta con clavos hasta sangrar y disfrutaba encajándose agujas en la región pélvica y los pezones. Cuando su esposa lo abandonó, Fish adopto el oficio de albañil y planeo trabajar en distintos estados para burlar la acción de la justicia. Enfocó como victimas a niños afroamericanos; fue arrestado y quedó libre en dos ocasiones. En 1928 secuestró a la niña Grace Budd, cuya familia nunca la volvió a ver. Seis años después la madre recibió una carta cruel y obscena en la que Fish relataba la muerte de la pequeña: “primero la desnudé. ¡Gritó, pateó y rasguñó! La asfixié hasta matarla y la corte en pequeños pedazos. La cociné y me la comí”
Gracias al membrete del sobre, la policía lo capturó. Fish confesó que había asesinado a unos cien niños en diferentes estados, aunque sólo pudieron comprobarse cuatro casos. El jurado lo consideró legalmente apto y murió ejecutado en la silla eléctrica* el 16 de enero de 1936. 

Sanguinario republicano (Theodore Bundy)   
Nacido en 1946, Ted Bundy fue quizá hijo de su propio abuelo materno. En la adolescencia era un ávido consumidor de pornografía y fue detenido en dos ocasiones por robos menores en comercios. En 1972 se graduó en psicología por la Universidad de Washington (para tener cuidado con los que se gradúen en filosofía, no sabemos como usaran todo ese conocimiento). Fue miembro del partido republicano y trabajo con el gobernador Daniel J. Evans. Tras la ruptura con su prometida (decidida por él), en enero de 1974 cobró impulso su carrera criminal. Sus primeras victimas fueron chicas universitarias del estado de Washington. A bordo de su Volkswagen sedán 1968, Bundy prosiguió con sus homicidios en serie por Utah y Colorado. En agosto de 1975 fue detenido por un asunto de transito. Un testigo lo identifico como el hombre que merodeaba en la escuela de Viewmont en la noche en la que desapareció la estudiante Debby Kent. Aunque no pudieron culparlo del asesinato, las autoridades lo condenaron a quince años de cárcel. En dos sucesivas ocasiones escapó y en 1978 llegó a Florida para seguir matando. Finalmente fue detenido y en 1980 condenado a muerte. Abordaba a las victimas en lugares públicos. Las conducía a su auto y les golpeaba la cabeza; las violaba y las estrangulaba. Se especuló que había matado a casi cien mujeres, pero sólo se probó su participación en 36 casos. La década que transcurrió entre su captura y su ejecución hizo posible que se le sometiera a distintas pruebas; la psicóloga Dorothy Lewis le diagnosticó trastorno maniaco-depresivo. Murió en la silla eléctrica* el 24 de enero de 1989. 


Después de esto, tengo la necesidad de preguntar: ¿En que concepto tenemos al ser humano?    


1 comentario:

  1. Wow, me gusto esto! vientos huracanados amor!
    el ultimo murió 3 días después de que yo naciera!!! soave soave

    Me incluyo en ese inperfecto moral del humano, amante de guerras, armas, destruccion y afan de ver peliculas de guerras desde medievales hasta actuales, no se explicar este fanatismo, pero siceramente pocas veces me he puesto a pensar en esas muertes... me dejas sin comentarios sinceramente, pero pues cosas que pasan, sin pensar, pero no por algo los asesinos mas famosos son finamente y de una manera muy abstracta unos genios =S,
    me gusto amor

    felicidades
    chaooo

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